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DOI

10.22550/2174-0909.2862

Resumen

Todos hemos estudiado que los números tienen un cierto valor simbólico, tanto en Pitágoras como en la Biblia. Concretamente, en la Biblia el número 40 tiene una especial presencia: aparece en más de cien ocasiones y, de alguna manera, expresa los límites de un tiempo en el que se realiza una tarea importante. Así, Jesucristo está 40 días en el desierto y 40 días tras la resurrección, y en el Antiguo Testamento el diluvio duró 40 días e Israel peregrinó durante 40 años hasta alcanzar la tierra prometida.

A la vista de todo ello, considero que he alcanzado la tierra prometida del retiro, pues he pasado 40 años en la dirección de la Revista Española de Pedagogía. Pienso que los resultados de estos años han sido esencialmente positivos. Se han publicado 130 números, en los que han aparecido 1069 artículos, firmados por 1164 autores. Desde el principio luché a favor de la calidad y de la apertura a todos, también a los que comen­zaban a despuntar con un trabajo de interés. Según los tiempos nos fuimos adecuando a las normas internacionales de edición, tanto en la presentación de los originales como en la puntualidad en la aparición. Procuramos hacer llegar la revista a las bibliotecas más relevantes de occidente e introdujimos novedades poco habituales, como números monográficos o artículos de autores extranjeros, publicados en inglés. Luego comenza­mos a publicar los números en una web propia, con una reserva de un tiempo razonable para impedir la desaparición de las suscripciones y dejando en abierto desde el primer momento algún artículo en cada número, además de las reseñas de libros. Por fin, en el 2017, decidimos que todo el número apareciera en la web en español y en inglés, mientras que se imprimiría sólo en español, dando un DOI único al artículo en los dos idiomas.

Este trabajo ha tenido un éxito considerable. Las estadísticas de lectores y de citas de los trabajos de la revista ofrecen buenos resultados y los reconocimientos públicos han te­nido carácter internacional. Es imposible determinar el número de lectores, pues son mu­chos los lugares donde se lee una revista. Un dato lo proporciona Google Anaytics, con el que comenzamos a trabajar a mediados del 2017, y que dice hemos recibido en este tiem­po, hasta principios del 2023, la cantidad de 1 863 355 visitas, contando solo los 500 tra­bajos más leídos. Según la estadística del año 2022, de Google, leyeron la revista 154 444 usuarios, encabezados por Méjico, que tuvo 55 573, España, con 30 430 y Colombia, con 13 110, estando los países de habla española en los 22 primeros lugares, aunque allí tam­bién se encuentran los Estados Unidos, en el puesto 9, y Brasil, en el puesto 20.

Tampoco es sencillo hablar de citas, pues son numerosísimas las revistas de educación del mundo entero, de las que cada base de datos tiene criterios distintos para seleccionar las que desea ofrecer a sus lectores. A veces, estas bases de datos exigen una suscripción para conocer su contenido, pero hay estadísticas a la vista de todos, como son las ofre­cidas por Dialnet, que recoge datos de unas 230 revistas, que tienen una presencia rele­vante en nuestro ambiente cultural. Pues bien, en la clasificación de Dialnet siempre se ha estado en el primer cuartil y se ha pasado de un impacto del 0.65 en el 2016, el primer año que leemos en su web, con 88 citas, a un impacto del 1.30, con 161 citas del 2021, que es el último año que hoy aparece publicado.

Es interesante comparar estos datos con los recogidos en el Scimago SJR2022, cuyos resultados del año pasado salieron este dos de mayo: algunas revistas muy relevantes han ba­jado de cuartil, lo que no ha ocurrido con la Revista Española de Pedagogía, que continúa en el segundo cuartil exactamente en la zona media del grupo, siendo el número 16 dentro de la lista de 74 revistas españolas, incluidas en el apartado de Educación, aunque no siempre esté clara tal pertenencia, lo que explica la diferencia de citas comparando con Dialnet.

Por otra parte, hay dos hechos internacionales de especial importancia. Un día, el 22 de agosto de 2006, recibo carta de una compañía internacional, ofreciéndome aparecer en varias de sus bases de datos. Como me han llegado numerosas propuestas desde el extranjero ofreciendo comprar la revista o recibir un dinero por artículos que mandarían desde lugares poco conocidos, no respondí de inmediato. Pero, tras estudiar la propues­ta, acepté, y eso me llevó a ser, en el apartado de Education & Educational Research, la primera revista en español que entraba en un selectísimo conjunto de unas 120 revistas del mundo entero, de las que el 95 % estaban en inglés. Se trataba del Journal Citation Reports, que, con el tiempo, ha adquirido un lugar sobresaliente a la hora de solicitar sexenios de investigación. Han pasado muchos años y allí seguimos, con la alegría de que ha aumentado el número de las revistas españolas (alguna con título en inglés) hasta 10, habiendo crecido el número total hasta 270, y habiéndose dado de baja no pocas revistas en estos años. Por supuesto, pretender tener muchas citas en las bases de datos de re­vistas de la cultura inglesa me parece que es algo ingenuo. De hecho, solo hay en JCR, en el apartado del que hablamos, una revista española en el primer cuartil, cuyo título es Comunicar, manifestando así su alejamiento de la pedagogía. Eso es sabido por JCR, que no tiene inconveniente en incluir en sus bases a unas pocas revistas de calidad, sig­nificativas, publicadas en otras culturas, con un menor número de citas.

Hace tiempo me ocurrió una cosa semejante con JSTOR, base de datos también americana que ofrece la colección completa, desde su fundación, de las mejores revistas científicas del mundo entero, y que tiene muy pocas en español. También acepté su pro­puesta, tras pensar cómo mandarles la colección completa desde el 1943. Anualmente me envían diversas estadísticas y de su lectura, me llamó la atención saber que la revista, desde que se presentó en JSTOR, había tenido lectores en más de 150 países, y que, prácticamente, todos los años se habían leído artículos, reseñas de libros o noticias, en mayor o menor número de personas, aparecidos en la revista desde su fundación en 1943, hasta nuestros días, concretando los títulos de los 4971 trabajos publicados en estos 80 años, que habían sido no solo leídos, desde que la revista entró en JSTOR, sino también descargados. Este dato me llamó la atención. Sin duda, es motivo de orgullo estar entre el escasísimo número de revistas de investigación pedagógica del mundo entero que se han mantenido más de 80 años sin interrupción ni cambio de nombre. Pero el orgullo aumenta cuando te enteras de que se siguen leyendo artículos de hace docenas de años.

Naturalmente, llegar a estos niveles ha exigido el trabajo de muchos, que han sido se­cretarios académicos o administrativos, o los numerosísimos referees que han actuado gra­tuitamente y que evaluaban, siguiendo el principio del doble ciego, los artículos recibidos. A todos ellos quiero manifestar aquí mi reconocimiento por su colaboración para conseguir una revista que cuida la calidad, tanto invirtiendo tiempo en corregir erratas, que los au­tores no descubren, como estudiando la argumentación y la originalidad de los artículos.

Pero la primera impresión de la calidad de una revista se consigue viendo si son sol­ventes los miembros de sus Consejos. Por ello, con estas palabras finales de despedida, deseo expresar mi agradecimiento especial a todos los que, durante más o menos años, han colaborado desde este significativo lugar que es el Consejo.

Naturalmente, una revista no puede sobrevivir si no es buscada por los posibles autores, ni leída por los deseados lectores. Nunca he tenido problemas de falta de autores, pues han sido muy numerosos quienes han enviado originales, y siento mucho que hayan sido una considerable mayoría quienes no han podido publicar aquí. Tampoco puedo quejarme de los lectores, ya que, como he señalado, está comprobada la inmensa cantidad de lectores que la revista ha tenido, en todas las partes del mundo. Vaya a todos ellos mi agradecimiento.

Y quizá es también el momento para expresar mis mejores deseos a quienes recogen esta antorcha olímpica.

Con un cordial saludo,

José Antonio Ibáñez-Martín

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