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Resumen

La medición del impacto de las universidades en la economía regional En la actualidad existe un consenso en la comunidad científica, tanto a nivel nacional como internacional, en torno a la necesidad de reformar distintos aspectos de la política universitaria española, en aras de una mayor eficiencia y equidad.

En este sentido, en los últimos años han proliferado un importante número de estudios que cuantifican el impacto de las universidades en la economía de su región. Estos trabajos, que generalmente han sido financiados con fondos estatales, tratan de explicar el uso de impuestos para la subvención de centros universitarios públicos, partiendo de la premisa de que este tipo de gasto público siempre es muy rentable no sólo por el abundante empleo y renta que las universidades generan, sino también por el incremento de las tasas de escolaridad entre la población y los efectos multiplicadores de las inversiones y el gasto público. Pero ante estas situaciones, a la hora de cuantificar el impacto económico, es importante ceñirse a los modelos de crecimiento regional establecidos por la teoría económica, con el objetivo de evitar obtener resultados incorrectos que muestren conclusiones sesgadas de la realidad.

Las reglas básicas para medir el impacto económico de las universidades fueron publicadas por el American Council on Higher Education en 1971.

Esta aproximación “tradicional”; utilizada posteriormente en numerosas investigaciones al respecto, determina el impacto económico en función de las exportaciones que produce la universidad fuera de su región, entendiendo como exportación como todas las rentas que provengan de fuera de la región (estudiantes de otras regiones, fondos para investigación, etc.). La debilidad que presentan estos estudios se relaciona con que al ignorar el efecto sustitución de importaciones, se subestima el impacto real de los centros universitarios.

En la literatura existente, pueden encontrarse cuatro categorías principales sobre la metodología para estimar el impacto económico de las universidades cada una de ellas con sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Estas categorías son los estudios de impacto de una universidad de forma individual, la realización de encuestas, las funciones de producción de conocimiento y los modelos cuasi-experimentales y de sección cruzada.

Goldstein, H., y Drucker, J. (2006).
The economic development impacts of universities on regions: Do size and distance matter?, Economic Development Quarterly, 20, pp. 22-43.

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Este artículo señala que la mayor parte de los estudios de caso estiman el impacto directo e indirecto del gasto universitario, la inversión y el empleo en una región en función del crecimiento, los modelos input-output regionales, la estimación de los multiplicadores keynesianos u, ocasionalmente, un modelo de predicción económica general.

Los autores de este trabajo ponen de manifiesto que la realización de estudios de caso se encuentra enormemente limitada por la disponibilidad o no de información apta para estimar el impacto económico.

Además, las metodologías basadas en multiplicadores y técnicas input-output se limitan a medir los efectos de arrastre hacia atrás inducidos por el gasto y las actividades de inversión regional, mientras que los análisis del gasto presentan debilidades expuestas anteriormente. Por otra parte, el artículo señala la importancia que supone que los estudios de impacto realicen el análisis del escenario contrafactual, para comparar los impactos que habrían ocurrido en ausencia de la universidad, lo cual provoca grandes variaciones entre trabajos.

Respecto a las funciones de producción de conocimiento y los modelos cuasiexperimentales y de sección cruzada, el artículo señala que tienen una presencia reducida en la literatura de medición de impacto económico. En este sentido, los autores señalan que el análisis de la producción del conocimiento ha demostrado que el conocimiento, como un producto, posee cualidades que le hacen único. Por ello, las instituciones que “producen” conocimiento deben ser consideradas de forma diferente respecto a otras grandes organizaciones que se enfoquen en otros tipos de producto, ya que los beneficios externos de la producción del conocimiento en forma de desbordamientos espaciales permiten incrementar la innovación entre otras empresas regionales, aunque la literatura demuestra considerables variedades en la magnitud medida y el significado de sus efectos. El rango de estimaciones que se centra en cuantificar y caracterizar la innovación, es un indicador de las dificultades metodológicas relacionadas con la utilización de un modelo que incorpora teóricamente relaciones específicas para estudiar el impacto de las universidades. Los supuestos restrictivos, como la forma y los componentes particulares de la función de producción de conocimiento, actúan como estructura y base para la investigación, pero puede dificultar su justificación empírica.

Además, la medición y la disponibilidad de datos limitan severamente la capacidad de los estudios de la función de pro ducción para separar o completar los impactos de las diferentes actividades universitarias. Aunque los resultados de los estudios de producción del conocimiento son más fácilmente generalizables que los estudios de universidades individuales, muchas de las investigaciones descritas en el artículo se centran en los productos de innovación tecnológica de las universidades investigadoras, descuidando otras formas de contribución de las universidades al desarrollo económico regional.

Drucker, J.; Goldstein, H. (2007).
Assessing the regional economic development impacts of universities: A review of current approaches, International Regional Science Review, 30:1, pp. 20-46.

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Este artículo se centra en analizar las principales metodologías utilizadas para estimar el impacto económico de las universidades en la economía regional. En este sentido, destaca la importancia que los autores otorgan a la realización de encuestas, complementando la información recogida en el artículo anterior.

Según este trabajo, aunque los estudios de impacto de universidades individuales a menudo incorporan información proporcionada por encuestas y cuestionarios, este enfoque se diferencia de la utilización de encuestas como herramienta por su aplicación simultánea para un conjunto de regiones y universidades. Por tanto, esta metodología consigue evitar una de las debilidades que existen en los estudios individuales de casos, que generalizan resultados a otras instituciones o regiones.

Además, es importante señalar que la metodología basada en la aplicación de encuestas es mucho menos común en la literatura sobre medición de impacto económico de universidades que los estudios individuales de caso. Uno de los usos que se le ha dado ha sido tratar el problema de la atribución, estableciendo cuestiones que clarifiquen y definan el papel de las universidades a estudio frente a otros factores que intervienen en el desarrollo económico regional, como puede ser la influencia que empresas entrevistadas consideran que poseen las universidades regionales en sus decisiones de localización, actividad investigadora o productividad total. Las encuestas también han sido utilizadas para examinar una amplia variedad de impactos de universidades, incluyendo la forma en que diferentes industrias utilizan la investigación pública, el impacto de la investigación científica regional y del capital humano en la innovación industrial, la evolución laboral resultado de la tecnología creada en la universidad, y la importancia de las colaboraciones universidad-empresa regionales.

También son destacables las futuras direcciones para el análisis del impacto económico de las universidades señaladas por los autores. En este sentido, el trabajo pone de manifiesto la poca importancia que se le ha atribuido en la literatura a dos funciones de la universidad: la influencia de las universidades en el entorno regional y los efectos del liderazgo en los centros de educación superior.

Para los autores, esta omisión se produce por las dificultades que presenta su medición, a lo que se une el gran problema de cómo aislar los efectos regionales de estas actividades entre sí, como enseñanza, investigación y creación de conocimiento tecnológico.

Por otra parte, los autores consideran que deben ampliarse los trabajos para comprender y ser capaces de predecir o modelizar las influencias universitarias en las migraciones regionales. La afluencia de estudiantes, profesores, investigadores y PAS; así como otro tipo de influjos atraídos o repelidos por las universidades, más allá de la posterior retención o trasvase de estos inmigrantes, es un determinante crucial para el impacto regional de las universidades. Según los autores, se han publicado un cierto número de investigaciones sobre los patrones de migraciones de estudiantes, pero estos trabajos se limitan a los estudios de instituciones individuales, y debido a la carencia de datos aplicables, se han visto obligados a realizar sus análisis en relación con los estudiantes matriculados en los distintos programas orientados a la formación académica.

Blackwell, M., Cobb, S., y Weinberg, D. (2002).
The economic impact of educational institutions: Issues and methodology, Economic Development Quarterly 16 pp. 88–95.

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Según este estudio, el impacto económico se mide tradicionalmente desde dos áreas fundamentales de actividad económica.

La primera, y la única en la que los analistas se centran, estudia el gasto asociado con las operaciones realizadas por las universidades que proviene de fuentes externas a la región. La segunda se refiere al gasto que proviene de la propia región, que se destinaría fuera de ésta en el caso de que el centro universitario no existiese (escenario contrafactual). Estas dos aproximaciones comprenden el impacto económico directo tradicional de la universidad. Indirecta o secundariamente, los efectos también se amplían al trasvase de gastos producidos por otros sectores de forma adicional hacia la región de estudio. El impacto económico tanto de las fuentes directas como de las indirectas se describe frecuentemente en términos de variaciones incrementales en las ventas brutas, renta y empleo regionales.

Estas variables se usan para medir el impacto utilizando la metodología input-output regional, como el modelo U.S. Department of Commerce (1992) RIMS-II (Regional Input-Output Modeling System) el cual recoge los efectos totales directos e indirectos provenientes de la actividad de la universidad.

Los datos necesarios para realizar estos cálculos requieren, como mínimo, información complementaria sobre los estudiantes, como el lugar de procedencia y la universidad que elegirían en el caso de no haberse matriculado en el centro de estudio. También es necesario definir los presupuestos con los que cuenta la universidad, considerando para ello las fuentes de ingresos de los centros, los gastos realizados por la institución, así como las estimaciones de los gastos fuera del campus en los que incurren los estudiantes, padres y familiares, profesorado, etc.

Las otras fuentes importantes a la hora de cuantificar el impacto económico directo incluyen a los estudiantes locales que podrían haberse matriculado en otro centro fuera de la región y no hubiesen estudiado en la universidad de estudio.

Los autores señalan que, si la universidad no dispone de esta información, en una posible encuesta realizada a los estudiantes de primer año se podría recoger una pregunta sobre si ellos habrían asistido a otra universidad fuera de la región, y si ésta sería de titularidad pública o privada.

Si se supone que el dinero que los estudiantes destinarían a sufragar sus estudios en universidades de fuera de la región se invierte en el área (sea o no parte de su gasto educativo), ello implica que este gasto generará impacto económico atribuible a la institución local.

Además, cualquier gasto realizado por padres y amigos de los estudiantes también podría haberse realizado fuera de la región y produce impacto económico. Para los autores, los datos que reflejan el desembolso en la región por parte de familiares y amigos de los estudiantes foráneos pueden ofrecer una estimación de este efecto.

Lo ideal es que estas categorías de gasto se encajasen en un modelo inputoutput para un área específica, como el modelo RIMS-II de Estados Unidos, que señalan los autores en el trabajo, citado anteriormente. Este modelo está disponible para muchas de las áreas metropolitanas recogidas por el U.S. Department of Commerce y está formado por datos nacionales ajustados según la composición de la industria regional. Cada categoría de gasto en el modelo especifica multiplicadores para las ventas brutas, ingresos y empleo. La cantidad de gasto que la universidad dedica a cada categoría, ajustado según el origen regional o no regional de los beneficios, genera efectos indirectos que, añadidos a los efectos directos, da lugar a las tres medidas de impacto económico.

Teniendo en cuenta estos efectos indirectos, generalmente el impacto se incrementa entre el 50% y el 100% de los niveles de impacto directo. Incluyendo la sustitución de importaciones, a menudo el resultado supone cerca del doble de los efectos de las fuentes no locales. En la manera en la que los datos utilizados estén cuidadosamente controlados por la localización geográfica, el resultado es una detallada y fehaciente estimación de lo que se puede llamar el análisis del impacto económico “tradicional”.

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