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Balduzzi, E. (2016). Narrazione educativa e generatività del perdono. (Mauricio Bicocca)

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Balduzzi, E. (2016).
Narrazione educativa e generatività del perdono.
Milán: Mimesis Edizioni. 182 pp.

Resumen

El libro que se reseña a continuación estudia el vínculo que hay entre la narración y el perdón desde una perspectiva educativa. Emanuele Balduzzi, docente del Instituto Salesiano de la Universidad de Venecia (Italia), introduce su escrito con una referencia a su experiencia directa con la narración oral digna de mención: ,

Yo recuerdo nítidamente aquel gran evento educativo en el cual mi abuela Lina, con una habilidad y una maestría única, sabía tejer un maravilloso mundo de sentido con la delicadeza y el amor de su palabra, de sus gestos y de su presencia […]. Y debo afirmar, que ahora, a pesar de la gran difusión de los medios digitales de información, cuando pienso en mi imaginario narrativo desde una perspectiva educativa, se viene a mi mente siempre, en primer lugar, la imagen de mi abuela Lina contándome una historia, su propia historia viva y singular […] (p. 9). ,

El estudio propuesto se enmarca en una pedagogía de la virtud y está dirigido a un público de estudiantes universitarios. En este marco, la obra analiza a lo largo de sus páginas tres elementos claves, a saber: ,

1) La narración como expresión comunicativa ligada a la oralidad. ,

2) La narración y su vínculo con el perdón, tanto en el que lo solicita como en el que lo brinda. ,

3) La dimensión pedagógica que surge del perdón analizada bajo el concepto de generatividad. ,

El primer capítulo indaga en el valor educativo de la narración oral. Una vez presentadas las características esenciales de aquella —orden, coherencia, singularidad, originalidad, armonía, entre otras— se avanza en la distinción entre información y narración. En efecto, estos elementos se distinguen en un ámbito educativo en que el primero propone un contenido impersonal y supuestamente neutro —como por ejemplo una noticia— donde importa que sea precisa, rápida y eficaz. Es decir: la información exige separar el sujeto que comunica, del contenido comunicado. Algo diverso ocurre con la narración oral. Esta busca desarrollar la imaginación y la fantasía del niño, lo que requiere que las personas presentes en el acto narrativo se involucren. «No solo voy a escuchar una historia, sino una historia de una persona especialmente querida» (p. 24). ,

¿Qué implicaciones educativas tiene la narración? Habría que señalar, en primer lugar, que fortalece la relación educador-educando, donde debería guiar el principio pedagógico siguiente: el alumno debe ser capaz de manifestar su interioridad personal, que requiere ser bienvenida, oída, custodiada y preservada. Y en tal sentido, la figura del educador tiene una tarea sumamente delicada, a saber: la de ser el custodio de la narración del educando. En segundo lugar, permite construir nuevas historias juntos. Así, tanto el educando como el educador son portadores de historias diversas, que no siempre son fáciles de conciliar. Mas surge en este encuentro la posibilidad de una apertura, de una nueva narración que permita la generación de una tercera historia íntima e interpersonal, labrada en forma conjunta en una relación única y singular. Según E. Balduzzi: «La gran contribución educativa de la narración consiste en su capacidad de transfigurar, de pasar de una simple enumeración de contenido comunicativo a una auténtica experiencia de un encuentro interpersonal» (p. 35). ,

El segundo capítulo trata el vínculo entre la palabra y la narración. El autor analiza la importancia de las palabras en el discurso narrativo y brinda las claves interpretativas que un educador puede considerar para comprender el sentido y el significado de la narración de un educando. Aquí se subraya la importancia del contexto cultural en el que se desarrolla cada persona y como las narraciones de historias son un elemento clave que cohesiona el desarrollo de los miembros de una comunidad. Algo que tiene un valor crucial para la educación, porque las narraciones actúan como una especie de puente entre una generación y otra. Así, son numerosos los ejemplos que podrían citarse en el mundo de la literatura occidental de narraciones que sirvieron de soporte educativo para la educación de las nuevas generaciones. En esta dirección, el autor afirma que: ,

Hay en el hombre una tendencia natural a la narración, una especie de instinto narrador, que se manifiesta en una capacidad natural de contar historias. En una sociedad con diversidad de personas, de caracteres, de modos de ser, de vidas, aquello que las cohesiona y las conforma históricamente en su ser son las narraciones, que permiten identificar a cada uno de los individuos con la identidad de un pueblo. […] desde un punto de vista educativo las narraciones no solo son un factor decisivo de crecimiento personal sino también un potente vehículo de encuentro y de construcción interpersonal (p. 51). ,

A partir de lo expuesto surgen otros aspectos educativos relevantes de la narración. El primero radica en la necesidad de una participación activa de los sujetos involucrados en el acto narrativo. El segundo, es el descentramiento del narrador, ya que en el estilo oral este no tiene en su mente un auditorio ideal al cual debe dirigir sus palabras, sino que tiene personas concretas que lo escuchan, y por lo tanto debe ajustar su narración al auditorio presente ante él. El último aspecto es su carácter íntimo, es decir: se abre a cualquier forma de comunicación privada y esta es también una de las características de la relación educativa. ,

La intimidad y la interdependencia de la narración oral se actualizan en el acto de amor pedagógico, amor que se manifiesta en el educador cuando se dirige al bien del crecimiento de las personas que se le confían, y cuando el narrador es capaz de custodiar y cuidar las historias que los educandos le narran (p. 59). ,

El tercer capítulo estudia la relación entre la narración y la solicitud del perdón. Se aclara que el acto de perdonar es tomado como un fenómeno viviente e integral del ser humano y que le permite a este crecer y madurar. En este marco surgen ciertas características de la solicitud de perdón, a saber: primero, el hecho de una ofensa o afrenta —física, psíquica o moral— que una persona realiza contra otra; segundo, el remordimiento en el ofensor respecto del acto cometido, es decir: un malestar interior en la conciencia de aquel que interrumpe el libre despliegue de su vida psíquico-moral; tercero, el sentimiento de culpa (pp. 89-90); cuarto, el arrepentimiento (p. 95); quinto, el acto decisivo de pedir perdón (p. 97). Un elemento particularmente interesante antes señalado es el sentimiento de culpa, que no solo tiene un carácter psicológico sino también moral, e implica, por una parte, un dolor y un pesar por el mal cometido injustamente contra otro, y por otra, la posibilidad singular y maravillosa de superación y crecimiento personal. La presencia de ese dolor abre la puerta al arrepentimiento y a la esperanza de un cambio de vida. El aceptar la responsabilidad del acto cometido y el deseo de repararlo implica un nuevo renacer, un nuevo propósito interior para la persona. ,

Además de lo dicho, hay que agregar que el perdón nunca puede cancelar o anular la gravedad de la afrenta que se cometió (p. 125), pero la potencialidad delperdón puede cambiar el sentido y el significado que tuvo la ofensa y transfigurarla en una apertura y una liberación, tanto para la víctima de la ofensa, como para el victimario. Y así desligar la ofensa del pasado y renovar el deseo que otorga sentido al perdón: el deseo renovado de hacer y practicar el bien (p. 126). ,

Una vez tratada la relación entre narración y solicitud de perdón, el capítulo cuarto enfrenta el problema del perdón y del sentido de la narración. Señala el autor que hay en el hombre un deseo de purificación, de liberación de culpa, que solo el acto de perdón puede generarlo en aquel. Y de este modo, transfigurarlo y revivir en él el sentido de su existencia (p. 127). Pero esta transformación implica una dificultad tanto psíquica como ética. En efecto, no puede reducirse el perdón, en cuanto acto auténtico y sincero de la persona, a la mera dimensión lógico-intelectual, sino que involucra la integridad del ser humano, sus emociones, su sentir completo. Y en esta dirección, el acto de perdón asume también la dimensión ético- moral de la persona. La disposición a solicitar y a brindar el perdón implica un deseo moral de reparación, de apertura de un horizonte renovado para practicar el bien. «El perdón —señala E. Balduzzi— requiere de la narración para ser significativa […]. La narración muestra al perdón en toda su grandeza. Y el perdón puede ser considerado una narración renovada […]» (p. 136). ,

Por último, el capítulo quinto introduce una reflexión fecunda sobre el carácter generativo del perdón. En otras palabras, se analiza en este apartado el fruto propio de un auténtico acto de perdón: su dimensión transfigurativa, o como el autor la denomina, su generatividad. En la obra se entiende por generatividad aquella «capacidad de la persona de generar disposiciones al bien propio y ajeno en sus relaciones familiares, comunitarias y sociales» (p. 150). En esta dirección, el autor habla del educador generativo (p. 152), y lo caracteriza como aquella persona poseedora de una presencia educativa, de buena disposición y paciencia, respetuoso con sus educandos, capaz de generar encuentros vivificantes, de obrar y defender el bien, entre otras cualidades. ,

La generatividad se imprime en la dimensión del obrar personal […] y consiente en pensar y destinar el propio hacer sobre un horizonte no reducido a un grupo de personas sino potencialmente amplio y abierto a toda una colectividad (p. 137). ,

En este sentido, el perdón tiene un carácter generativo esencial, ya que permite renovar un horizonte de sentido y de recreación de relaciones interpersonales quebradas o recomponer la ofensa hecha en el interior de una persona. El perdón, por la fecundidad de su carácter generativo, brinda la posibilidad de que la persona crezca y madure en su humanidad. ,

Son numerosos y muy valiosos los elementos que enriquecen este gran trabajo de E. Balduzzi, imposibles de sintetizar y dar cuenta de ellos en una breve reseña bibliográfica. Pero es necesario poner de relieve el gran mérito que tiene el autor a animarse a mostrar con valentía y capacidad argumentativa una perspectiva renovada de la tradición educativa humanista de Occidente. Analizar la vinculación del perdón, la narración y la generatividad desde una perspectiva educativa significa volver a la consideración del educando como persona, como ser humano, y a considerar la educación como el factor social clave que debe velar por un crecimiento pleno individual y colectivo. ,

Mauricio Bicocca ■

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