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Profesores: vidas nuevas, verdades antiguas

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Day, C. y Gu, Q. (2012).
Profesores: vidas nuevas, verdades antiguas.

(Madrid: Narcea). 245 pp.
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Resumen

Los profesores Christopher Day y Qing Gu pertenecen a la Universidad de Nottingham. En colaboración han escrito Profesores: vidas nuevas, verdades antiguas (Narcea, 2012), cuyo original, The New Lifes of Teachers, fue publicado por primera vez en la editorial Routledge en el año 2010. Su objeto de estudio, la vida de los profesores, se aborda desde una metodología que integra la dimensión teórica y argumentativa con las historias de vida de docentes que se encuentran en distintas etapas profesionales. Quisiéra – mos destacar la rigurosidad de la obra, cuya primera huella podemos entrever en las más de 500 referencias que los profesores manejan.

La obra se organiza en tres bloques.

En el primer bloque, El contexto actual de la enseñanza, Day y Gu describen el escenario actual de la enseñanza e identifican las reformas escolares emprendidas por los gobiernos sobre las condiciones en que se desarrolla el aprendizaje. Lo que buscan conseguir es mejorar los niveles de rendimiento educativo y utilizar estos como factor de competitividad económica.

Ahora bien, muchas de estas reformas toman como premisa –imaginaria– que los profesores no están a la altura y traen como consecuencia un aumento en la carga de trabajo de los docentes en intensidad y multiplicidad de tareas, afectando a la estabilidad de su trabajo. Se manifiesta así, en ocasiones, una falta de aprecio a la identidad de los profesores cuyo desarrollo es fundamental para la motivación, la eficacia, el compromiso, la satisfacción en el trabajo y el bienestar.

Surge entonces la persona del profesional.

Esta figura pone de relieve la importancia del desarrollo personal como camino para la consolidación de una personalidad madura, tan necesaria para el ejercicio docente. Esta idea recupera los trabajos de Hargreaves, Beijaard y Korthagen, entre otros, para quienes las instituciones educativas deben tener un claro compromiso como comunidad moral donde los profesores puedan desarrollarse.

En esta línea, hay que considerar que la competencia técnica y el crecimiento personal en el aprendizaje profesional deben integrarse en torno a dos horizontes: un sentido positivo de identidad y el bienestar emocional. Así podría evitarse que los docentes «pierdan con el paso del tiempo el sentido de la finalidad de su trabajo y del bienestar, tan íntimamente ligados con sus identidades» (p. 53). Para ello, se puede reforzar el sentido positivo de la identidad aprovechando las oportunidades para aprender, que permiten a los profesores crear las mejores condiciones formativas y consolidar su compromiso y resiliencia, claves para la enseñanza de máximo nivel.

En el segundo bloque, La vida profesional de los docentes, se analiza la conceptualización clásica de la vida del docente como una «carrera profesional», que se va desarrollando como un proceso donde confluyen diversos acontecimientos relacionados entre sí, en ocasiones de manera más o menos lineal y con escasos cambios, pero otras muchas veces con grandes variaciones en las trayectorias de los profesores, con gran impacto en variables psicológicas y sociológicas asociadas al profesor. Es cierto que la idea de carrera es un concepto individualista, que puede alejar al significado de la profesión docente de los fines morales, personales y profesionales de la enseñanza, que constituyen, por cierto, las características fundamentales de la vida de muchos docentes.

Autores tan lejanos entre sí como David Hansen –The call to teach, 1995– y Martin Seligman –Authentic happiness, 2002–, que vienen cultivando la Filosofía de la Educación y la emergente Psicología Positiva, prefieren hablar de vocación en lugar de carrera, entendiendo que aquella aporta un compromiso apasionado para trabajar por el bien intrínseco que comporta, buscando un logro mayor, contribuyendo a algo más grande que los propios beneficios materiales o de progreso.

Desde esta perspectiva, el profesor es capaz de dibujar dentro de sí un paisaje interior que le hace seguir adelante –compromiso y resiliencia– desde una profunda convicción de que tiene algo que ofrecer a la vida de los jóvenes.

A lo largo de este bloque se analizan historias de profesores que se encuentran en las etapas inicial, media y final de sus carreras. Day y Gu se refieren, en este sentido, a las fases de la vida profesional de los profesores como forma de acercarse al significado que tiene el ser docente.

Algunas conclusiones fundamentales de estos análisis son: 1) La cultura de las escuelas es un factor de gran influencia en la vida profesional de los docentes, especialmente para los más noveles. 2) El centro educativo, como lugar de trabajo, puede representar una gran oportunidad de desarrollo para el profesor si en él colabora con los colegas más experimentados, si sienten alegría por un proyecto profesional y vital pleno, donde se integran el horizonte profesional de cada docente en la consolidación de una comunidad formativa que permite a cada profesor que su yo profesional y personal avancen en armonía.

3) Para comprender la progresión de la vida profesional de los profesores no solo hay que tener en cuenta las influencias en sus centros de trabajo, sino también como interactúan con ellas los acontecimientos y las experiencias de la vida personal. 4) Los líderes escolares, singularmente los directores, han de esforzarse por crear ambientes positivos de trabajo donde este menos presente la burocracia gerencial y la rendición de cuentas, donde su liderazgo sea justo, apoye y esté orientado a mantener el compromiso de los profesores.

En un ambiente que posibilita un desarrollo profesional más óptimo, el compromiso del profesor novel se consolida en grandes cotas de valor. 5) La literatura científica muestra que los profesores que se encuentran entre aquellos más noveles y los más expertos están en una clara encrucijada. Un cruce de caminos que los permite una cierta conexión con los profesores principiantes a la vez que sienten empatía y sentido de pertenencia al grupo de los más veteranos, ya que su experiencia profesional ha sentado las bases de su genuino estilo docente. 6) Los profesores experimentados o veteranos representan a un grupo heterogéneo. En efecto, no hay un consenso claro que permita indicar cuantos años de ejercicio profesional son necesarios para situarse dentro de la experticia profesional. Lo que sí parece evidente es que las características profesionales de quien lleva ocho años en ejercicio distan mucho de las de aquel que supera ya los treinta años. 7) El principal reto para los profesores experimentados es sostener el compromiso. A ello puede ayudar constatar el progreso de los alumnos, mantener relaciones positivas con ellos, descubrir la influencia del profesor en sus vidas, así como establecer relaciones positivas entre profesores. Para terminar, Day y Gu manifiestan con claridad tres mensajes: hay relación entre el bienestar personal y el compromiso de los profesores; la atención al bienestar personal del profesorado debe ir pareja al incremento de expectativas y al intento constante de alcanzar nuevas metas; ignorar las necesidades específicas, de compromiso y resiliencia del grupo de docentes veteranos supone no reconocer la inversión a largo plazo que han hecho a la enseñanza (p. 145). Como bien indican, los profesores expertos deberían representar la mejor ayuda para los más noveles y ser faro de esperanza y optimismo para todos.

El bloque tercero, Las condiciones de éxito, aborda, en primer lugar, el compromiso de los profesores como valor de desarrollo personal y profesional. La visión compartida entre profesores y directores, un currículo flexible, el apoyo al aprendizaje, una cultura escolar que promueva competencias colectivas, así como la eficacia y el aprendizaje permanente hacen que el compromiso sea una clara condición de éxito. En segundo lugar, se estudian los efectos del liderazgo para fomentar escuelas exitosas. Para ello, los directores han de tener un sentido de finalidad moral de su trabajo que les permita construir sus decisiones sobre el contexto actual y las necesidades del presente, pero con una visión proyectiva que permita extenderse en el tiempo para establecer cambios profundos. La tercera condición de éxito tiene que ver con la importancia de la resiliencia, concepto tratado con especial amplitud (pp. 181-202). Day y Gu entienden que la resiliencia es «la capacidad de recuperarse, de recobrar rápida y eficientemente la fortaleza o el espíritu frente a la adversidad» (p. 182).

Así, los docentes resilientes se apoyan en su fuerte sentido de vocación, crecen en ambientes escolares que apoyan a la persona, sienten como recompensa propia el progreso de los estudiantes, son apoyados personalmente fuera de la escuela y controlan las tensiones entre el trabajo docente y la vida personal. Todas estas dimensiones se pueden agrupar en tres ejes: resiliencia en el yo docente (sentido de vocación o llamada), resiliencia relacional (sacar fuerza del otro) y resiliencia organizativa (la importancia del liderazgo).

Los profesores más resilientes son quienes más disfrutan de su trabajo y se realizan personal y profesionalmente. En definitiva, la resiliencia es necesaria para la profesión docente por cinco grandes cuestiones: permite afrontar los retos imprevisibles planteados por los estudiantes poco motivados para aprender y con problemas de conducta, hace posible controlar las tensiones inherentes en la exigencia de lograr los estándares académicos, posibilita una respuesta adecuada a los cambios curriculares, permite mantener la energía física, psicológica y emocional necesaria para interesar a otros por el aprendizaje durante un largo tiempo y facilita la colaboración con otros profesores en la comunidad educativa.

Finalmente, a modo de conclusión, Day y Gu analizan desde diversos estudios las complejas relaciones entre la calidad de la enseñanza y el aprendizaje satisfactorio, los efectos de los problemas de conducta en las clases, por qué la enseñanza de este siglo es más estresante que nunca y por qué es importante la pasión en la nueva vida de los profesores.

No cabe duda que nos situamos en un contexto cambiante. Apoyar a los nuevos docentes es una tarea esencial para que aprendan a vivir su profesión desde verdades antiguas que han caracterizado a los buenos docentes: atención, pasión, integridad, energía, bienestar, compromiso y resiliencia. Las vidas nuevas de los docentes necesitan un sólido y duradero sentido de eficacia, necesitan tener razones para creer que influyen positivamente en la vida de los alumnos. Esta obra quiere ser una llamada de atención a futuros profesores, a docentes en ejercicio, a líderes escolares, a formadores de profesores y a responsables de la educación para profundizar en el sentido de la tarea docente e indagar en los elementos básicos de la vida profesional de quienes tienen en sus manos a las jóvenes generaciones del futuro.

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