Book review: Gil Quintana, J. (2023). Educación y comunicación en una sociedad postdigital. Investigación documental y análisis de perspectivas [Education and communication in a post-digital society: Documentary research and analysis of perspectives]. Octaedro. 268 pp.
Resumen
Este libro plantea un recorrido documentado por los escenarios comunicativos y los entornos de aprendizaje desde un enfoque educomunicativo. Sin duda, se trata de una obra que aporta un gran valor intelectual y humano, de lectura obligada para entender el nuevo paradigma digital determinado por la conexión entre personas, el aprendizaje en red y la tecnología entendida como un factor relacional. En este laberinto, la educación y los valores que conducen a una ciudadanía cívica y comprometida serán los grandes aliados para avanzar con paso firme en la era de la netmodernidad en la que nos encontramos.
Gil Quintana es un gran conocedor de la educación y la comunicación y cuenta con una dilatada trayectoria académica que le permite situarse en las necesidades actuales y plantear de manera rigurosa los principales desafíos de la sociedad posdigital. Este concepto «no pretende describir una vida más allá el espacio digital, se trata de detallar la oportunidad actual de explorar las consecuencias de la sociedad de la información o la comunicación» (p. 63). Este autor presenta una aproximación histórica a la educomunicación enmarcada en un contexto dominado por las tecnologías. Ya no es tan sencillo delimitar el plano analógico de la esfera digital. Todo converge y todo se diluye en un mismo espacio-tiempo y se crean nuevos modos de participación sustentados desde redes interdependientes. En la netmodernidad, todo está conectado.
En este nuevo título, el autor denota un gran esfuerzo por explicar los marcos de actuación actuales y cómo nos obligan a plantar cara a las rutinas diarias desde nuevas ópticas, donde la comunicación y la educación confluyen en un único camino. Es un hecho que ya no aprendemos como en décadas pasadas ni tampoco nos comunicamos igual. La figura del profesor o instructor se complejiza; el sujeto y objeto de la educación es trasladado. En esta realidad donde la tecnología forma parte activa e inmersiva de los procesos educativos, el conocimiento y la capacidad crítica serán la base para lograr un proyecto humanista auténtico, capaz de dar respuesta al papel de la mujer y del hombre en la sociedad posdigital.
El análisis de los resultados de la investigación que recoge el libro se concreta en siete categorías; a su vez, cada una de ellas se redacta a modo de capítulo. Es decir, se desarrollan siete capítulos, precedidos de uno inicial («Investigación documental y análisis de perspectivas») que permite explicar la metodología empleada y el punto de partida del estudio. Al finalizar cada capítulo, el autor sintetiza algunas de las ideas clave a modo de conclusión, lo que resulta todo un acierto por su parte, ya que, dada la abrumadora cantidad de información que aporta, ese refuerzo final ayuda a fijar las nociones principales de cada apartado. Es un libro de un interés académico indiscutible, aunque requiere conocimientos previos y manejo de algunas de las principales teorías de la comunicación y de los autores de referencia en materia de historia de la educación para alcanzar una mayor comprensión del amplísimo recorrido que se realiza. Algunas de las teorías que se revisan conllevan una importante labor hermenéutica en ciertos puntos para saber interpretar los enfoques clásicos y cómo confluyen en los marcos más actuales donde nos situamos.
El primer capítulo («Disciplina comunicación y educación: la educomunicación») aborda conceptos básicos como información, comunicación, competencias digitales… y los imbrica en la realidad de la ecología de la comunicación, el interaprendizaje, el conectivismo o los modelos educativos endógenos y exógenos. De tal modo que invita a una reflexión concienzuda y argumenta en detalle sobre la importancia de la alfabetización mediática y la necesidad de entender los medios «no solo como recurso didáctico, sino también como objeto de estudio, con el propósito de crear una mirada analítica» (p. 61) y crítica de lo que nos rodea.
Estos conceptos iniciales se integran en el segundo capítulo («Principios de la educomunicación: interactividad, cultura de la participación y acción dialógica»), en el que se incluye una tipología nueva de prosumidores «(EAV, CD, VE, MM e I-I), pero también de influencers que se han posicionado en redes sociales con alto impacto e influencia a nivel social» (p. 93). Estos nuevos modos de hacer abren espacios paralelos a los que se conocían con anterioridad y pueden darse de manera presencial, virtual o en formato híbrido. Es decir, se trata de «promover una comunicación y educación con menos instructores y más influencers de aprendizaje que se posicionan ante el mercado como emirecs» (p. 94).
El tercer capítulo («Estrategia metodológica educomunicativa: construcción mediática de la realidad a través de la imagen”) se construye desde una doble perspectiva. Es decir, la imagen como «des-educadora» (p. 95) o como herramienta imprescindible para acercar el conocimiento desde la primera infancia. Entre otros, se incluye también el uso del cine como potente recurso educativo ampliamente investigado en cuanto al impacto y a los efectos que genera desde el ámbito formativo. El capítulo cuarto («Estrategia metodológica educomunicativa: redes sociales») toma estas nuevas vías de aprendizaje desde las aulas como modelo de empoderamiento ciudadano. «Las redes sociales son escenarios de participación, espacios de comunicación bidireccional y horizontal» (p. 142).
Las metodologías activas desde una visión histórica y la relación del aprendizaje con el juego desde la infancia se repasan en el capítulo cinco («Estrategia metodológica educomunicativa: gamificación»). Los entornos lúdicos como escenarios de aprendizaje se basan en dos componentes principales: «la motivación y el compromiso de la persona con la experiencia lúdica» (p. 144). El interés académico hacia este enfoque innovador pone de manifiesto su enorme impacto sobre el aprendizaje, en contraste con métodos más tradicionales, donde se busca la interacción y el empoderamiento del estudiante. La gamificación permite «la creación de una nueva narrativa donde se conectan los conceptos de relacionarse, compartir, participar y colaborar» (p. 170).
El capítulo seis («Estrategia educomunicativa masiva y abierta: sMOOC y tMOOC») se centra en los cursos masivos abiertos y en línea que emergen como una alternativa a los sistemas tradicionales de formación. «Los MOOC se han consolidado a lo largo de la segunda década del siglo XXI como una herramienta al cambio social y al desarrollo del aprendizaje activo y colaborativo» (p. 196). El último capítulo, a modo de cierre («Perspectivas educomunicativas futuras: influencers de aprendizaje»), incide sobre la llamada a la ciudadanía a participar en la cultura libre, la acción colaborativa, la pedagogía crítica y el intercambio de rol entre profesores y estudiantes, el procomún, el activismo… y la novedad del concepto influencer de aprendizaje. En relación con él, el autor se lanza hacia la consideración de sus dos categorías: el rol de influencer de aprendizaje (RIA) y el modelo IGPEC, es decir, incentivar, garantizar, proponer, engendrar y compartir (p. 220).
Magnífico trabajo sobre estos caminos apasionantes de la realidad digital y tecnológica desde la comunicación y la educación. No obstante, como se pone de manifiesto, no supone una lectura sencilla y única para aprehender todo lo que encierra. Se trata de una obra interesantísima, pero tan completa y exhaustiva que conviene desmenuzar de manera pausada cada apartado y digerirlo lentamente para lograr entender todo el potencial que encierra. En este sentido, Sara Osuna-Acedo, que es la encargada de prologar el libro, alude muy bien a algunos de los pilares de fondo de la obra que conviene tener a mano. Por citar algunos de ellos, en primer lugar, las aportaciones de Paulo Freire sobre la necesidad de buscar la personalización y la humanización en los procesos educativos. También alude a las ideas y nociones de Pierre Lévy sobre los múltiples lugares abiertos y virtuales en los que toda la información está interconectada y sobre la alfabetización posdigital como enorme desafío para el ciudadano activo. Cierra esta tríada singular George Siemens, uno de los padres de la teoría conectivista, en relación con el aprendizaje y la construcción del conocimiento en la era digital.
El lector más avezado en la edu-comunicación obtendrá de esta obra un conocimiento más profundo sobre algunas reflexiones ya adquiridas. Para aquellos que no se encuentran tan inmersos en el campo de la comunicación o la educación, el libro puede suponer un buen acercamiento a conceptos muy actuales y emergentes que impregnan la sociedad posdigital. Muchas de las nociones y teorías que aparecen en el libro se usan en el día a día, pero no todos conocen realmente la transcendencia de la mayoría de ellas ni su origen. En este punto, el autor se hace un hueco magnífico para visibilizar de manera documentada la importancia de estos elementos dominantes y lograr una sociedad más participativa, responsable e informada. En definitiva, esta obra persigue un acercamiento hacia el hecho de poder entender que «la sociedad postdigital ofrece distintas e innovadoras posibilidades en los espacios digitales que están impulsando de forma progresiva el empoderamiento de la ciudadanía» (p. 217).
Citación recomendada | Recommended citation
Porto-Pedrosa, L. (2025). Gil Quintana, J. (2023). Educación y comunicación en una sociedad postdigital. Investigación documental y análisis de perspectivas. Octaedro. 268 pp.. Revista Española de Pedagogía, 83(291). https://doi.org/10.22550/2174-0909.4123
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